lunes, 31 de mayo de 2010

Sigmund Freud citó como fuentes básicas de energía involuntaria, biológicas de la motivación humana, al eros y thánatos. Entendía por eros, a los instintos generadores de búsqueda, continuación y desarrollo de vida y cultura que, compelen a los hombres a procrear y cuando se sublima, a crear en formas sexuales. Deducía por thánatos, a las tendencias destructoras de materia y vida, convirtiéndola en estado inorgánico, desarrollando inhibiciones durante período de infancia, como resultado de la resolución del complejo de Edipo y consecuente formación del super ego o conciencia.

De interacción entre instinto de vida e ímpetu a destrucción, resulta variedad de actividades humanas. El instinto opera acompañado con elemento del otro, modificando su meta. Para que sea posible la acción, debe existir combinación de motivos compuestos. En praxis, se conciben a manera gráfica, como paralelo sociológico de la segunda ley termodinámica, a modo de condiciones de energías tendientes hacia homogeneidad, uniformidad y actividad mínima. Eros y thánatos se ubican en ID, parte amplia e inconciente de personalidad.

El instinto de muerte al dirigirse hacia objetos externos, con ayuda de organismos especiales, se vuelve destructivo. El ser viviente preserva su propia vida, destruyendo al extraño. Parte del instinto de muerte permanece operativo dentro del individuo, buscando rastrear número de fenómenos normales y patológicos a internalización del instinto destructivo.

La voluntad de comprometerse en beligerancia es consecuente a instintos destructivos de carácter emocional, percibiendo y experimentando con semejantes, sin tener impulso sexual, relaciones estimadas hacia el objeto amado.

El libido es energía síquica contentiva de actividad humana constructiva, asociada a impulsos sexuales. Puede ser disipada, por medios alternativos de desplazamiento o sublimación. La orientación del sistema de personalidad ego, super ego, satura los instintos eliminando la energía mental. La alineación errónea o las descargas inadecuadas del libido, producen síntomas sicópatas.


Se define como empleo colectivo de violencia, la acción dirigida y organizada por Estado o, la compleja reacción social al medio circundante, de acuerdo con pautas sobre supervivencia y supremacía, dictadas por costumbres y leyes. La violencia comunitaria predomina por transferencia, siendo unión estable y duradera de mayoría, acoplada por lazos emocionales entre sus miembros.

La justicia expresa la obtención desigual de los grados de poder. Las leyes se gestionan, por y para clases dominantes, subsistiendo un estrecho espacio que contiene los derechos de sometidos. Los poderosos intentan colocarse por encima de las prohibiciones generales, cambiando del dominio de la ley a la violencia. Los miembros oprimidos del grupo consuman constantes esfuerzos por obtener poder y lograr cambio legítimo. Dentro de la óptica, el derecho o, se adapta gradualmente a la distribución de poder o, la clase dominante se muestra renuente ante el reconocimiento del cambio, buscando con la suspensión del imperio de la ley soluciones violentas por medio del régimen legal.

La teoría freudiana enseña, como a lo largo de las crisis y decadencias sociales, se da dirección desprendida de fuerzas agresivas y sadistas que, imposibilitan el control del instinto de muerte. Es difícil para los hombres no soltar riendas a su natural tendencia de agredir, pues no sacan de su agresividad provecho alguno. La represión del libido y del freno a la agresividad, son tareas de redención social con las cuales la paz se ha afianzado.

Se concibe como ideal, la subordinación de la vida instintiva al mandato y gobierno de la razón, desplazando, restringiendo e internalizando progresivamente los impulsos instintivos agresivos.

El hombre no tolera y se rebela contra la guerra, por ser crasa oposición a la actitud física impuesta por procesos culturales.